Tottenham Hotspur 0 – Real Madrid 1 || Reyes de Europa

Se percibió con nitidez ayer, en algunas fases del partido, pero sobre todo en la segunda parte. Un coro de voces que inundaban White Hart Lane entonando en perfecto castellano. Grandes éxitos modernos de la hinchada blanca mezclándose con olés o vítores a algunos jugadores –alcancé a distinguir los nombres de Xabi y Manolito- cuando salían del campo. Entre todos ellos, uno fue especialmente emocionante: Reyes de Europa –somos los reyes de Europa– tronó, breve y claro, como ofreciendo una explicación al ejercicio de autoridad, de rango pero no de abuso –cual suerte de ilustrado monarca- que ofrecían, sobre el césped, los del 9 en la manga de la camiseta. El hincha inglés, exaltado en los primeros compases, desesperanzado durante casi todo el partido, se levantó del asiento ya cercano el final para ofrecer el último grito de aliento a un equipo que lo había dado todo. No se puede reprochar nada a Tottenham, salvo haber tenido la mala suerte de encontrarse con el Real Madrid.

Si algunos miembros de los Spurs habían manifestado a lo largo de la semana que creían en milagros, el Madrid se encargó de devolverles al ámbito terrenal. El 4-0 en la ida no parecía significar mucho cuando José Mourinho alineó, simple y llanamente, a los mejores. “¡Salimos con todo!”, aullaron indignados los que reprocharon un “¡Tiramos la liga!” en Bilbao.

Alineación en blanco y negro en honor a Valdés.

Salimos con todo, sí. Y de qué forma. El Real Madrid, consciente de que un Tottenham encendido intentaría poner lo antes posible el 1-0 en el marcador, convirtiendo White Hart Lane en una caldera que animara la remontada, pareció quedarse un poco perplejo cuando fue el Madrid el que salió embistiendo como un toro, tocando rápidamente con la portería de Gomes entre ceja y ceja. En el minuto 3, Özil pudo sentenciar la eliminatoria. Nuestro equipo, bien plantado sobre el campo, con mariscal Alonso y escudero Khedira –aunque en ciertos momentos del encuentro, Sami alcanzó el rango de general- Marcelo de interior y el ya citado Mesut, cuyos primeros movimientos auguraron un partido de genialidades que, finalmente, se quedó en agua de borrajas.

Poco se habla de él, cuando es uno de los fichajes más regulares. Grande Sami.

El Tottenham recuperaba a Lennon, posibilitando que Bale ocupara su lugar natural. Enfrentado a Ramos, Gareth hizo el daño que presagiábamos, esperábamos y temíamos. Fue él quien primero salió del inicial estado de aturdimiento, lanzándose al ataque una y otra vez como un kamikaze que no siempre encontraba compañero de inmolación. En el minuto 6, Modric le acompañó y estuvo cerca de liarla. En el 8, Sergio Ramos ya tenía bastante claro que esa noche soñaría con las orejas de soplillo del galés. La tarjeta amarilla –y suspensión- pendía sobre el cuello de Sergio cada vez que éste le encaraba; al final no llegaría, incluso tras una falta que dejó al lateral del Tottenham comiendo hierba un rato por si colaba. Los ingleses hacían daño por las bandas, y el Madrid se centraba ahora en dominar la pelota y dormirla, plantándose con facilidad en el área de Gomes pero sin terminar de inquietarle demasiado. En el extremo contrario, Iker atajó un par de balones que hicieron resonar su nombre en White Hart Lane.

Menos mal que en la segunda parte, Arbeloa consiguió pararle.

Al descanso se llegaba con tres buenas noticias: una, 0-0. Dos, Van der Vaart –siempre recordado con cariño- de nuevo sobrepasado por las circunstancias como en el partido de ida, no aportaba apenas nada a su equipo, ganándose un suspenso rotundo en su oportunidad de reivindicarse en Europa. Tres, para frenar al Tottenham, parecía bastar con frenar a Bale.

Aún andábamos pensando en eso, cuando empezó la segunda parte y al mismo tiempo todo acabó. Para los que vemos el fútbol con una radio en las cercanías, fue un tanto confuso. ¿Gol? Pero si Cristiano está fuera del áre… oh. En descarga de Gomes, hay que recordar que no es el primer guardameta al que un tiro del luso se le escurre entre los guantes como si los hubiera untado de aceite. Para consuelo de la hinchada inglesa, recordar que ese gol fue sólo la puntilla para matar un milagro en el que sus jugadores no pudieron creer, porque el Real Madrid no les dejó. Mourinho se aprestó a los cambios. Salió Granero, situándose claramente frente a los centrales –sobre todo tras la posterior marcha de Alonso- en esa posición de pívot –Mou dixit- en la que su entrenador ansía convertirle. También intentó hacer la competencia a Ramos y Pepe por el récord de amarillas estúpidas, pero eso es otra historia. Salió posteriormente Karim, por Adebayor, que sabíamos que andaba por ahí tan sólo por los silbidos persistentes de los ingleses. Desinflado Gareth 45 minutos Bale, el Real Madrid durmió el partido de una forma plácida, dominando con claridad pero sin ver la necesidad de acercarse demasiado al traumatizado Gomes. Como dije antes: sin abusar. Somos buena gente.

En los últimos minutos, sin que deportivamente ocurriera nada relevante, la hinchada del Tottenham nos dio un par de lecciones, gratis y a cuenta de la casa. White Hart Lane no sólo recuperó la voz, cantando incansable cada córner, sino que ni uno solo de los animosos aficionados del equipo inglés se levantó del asiento nada más que para gritar. Igualico que en el Bernabéu, donde incluso en el partido de ida ya desfilaba gente hacia los vomitorios en el minuto 80. El encuentro se prolongó hasta el añadido, igualico que en la liga española, donde los árbitros se saltan los minutos de descuento cuando les da la gana, olvidando que así –como bien señaló Mr Chip- adulteran la competición.

Reyes de Europa. Lo somos, ciertamente, pero las nueve orejonas de la Sala de Trofeos no evitarán que el Barça nos dé a base de bien si no ponemos de nuestra parte para evitarlo. La racha de derrotas humillantes a manos de los culés es absolutamente demoledora, pero en algún momento –digo yo- tiene que acabar. El Real Madrid ha mostrado una imagen inmejorable en las eliminatorias; Mou ha demostrado que se mueve en este terreno como pez en el agua. Es obvio que el Barcelona es un equipo superior, conjuntado, en mejor forma, humilde, solidario, poseedor de la Verdad, etc. Pero podemos con ellos.

Podemos con ellos, siempre y cuando no se les congelen las piernas y el alma como en el Camp Nou. Siempre y cuando cada jugador salga concentrado al cien por cien, dando su mejor versión. Siempre y cuando recordemos que estamos en nuestra competición: en Europa.

No se trata de creer en milagros, sino en algo que puede ser.

A por ellos.

Hala Madrid.

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Una respuesta a Tottenham Hotspur 0 – Real Madrid 1 || Reyes de Europa

  1. Ichijo Himeko dijo:

    «No se trata de creer en milagros, sino en algo que puede ser.»

    Creo que nunca os había comentado, pero lo hago por primera vez para casarme con esta frase 🙂

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